miércoles, 19 de diciembre de 2007

EL ÚLTIMO ROCK
(The Last Waltz, 1978, Martin Scorsese)

Escribe: Rogelio Llanos Q.

Noviembre de 1976. En el Día de Acción de Gracias, The Band retorna al escenario que alguna vez los albergaría en su momento de gloria, el Winterland de San Francisco, para ejecutar, cual rito purificador, su último acto como grupo musical. A semejanza de las bolas de billar que se dispersan al impulso de Rick Danko, The Band se fragmenta luego de dieciséis años de vida musical. Una experiencia vital imposible de continuar confiesa Robbie Robertson, líder del grupo. Los tiempos están cambiando había profetizado Dylan en 1963 y, de repente, el universo comunitario añorado por tantos jóvenes de la generación de Woodstock se rompió en mil pedazos.

Con el fin de The Band una época turbulenta se desvanecía para dar paso a la leyenda. Y la leyenda empezaba a tomar cuerpo en ese escenario donde The Band había citado por última vez a los protagonistas de esa etapa de la historia de la música, amigos de ayer y hoy. En medio de un decorado de ópera, con sombras chinescas, incienso y con un fondo de ensueño prevaleciendo los rojos, azules y pardos, los intérpretes entregan su homenaje emocionado a The Band, mientras las portentosas cámaras cinematográficas, contagiadas del ritmo de la música, registran el momento en imágenes que nos transmiten una entrañable mezcla de nostalgia y alegría, fervor y tristeza.


Aislando a The Band ya sus invitados del público presente, las cámaras recorren incansablemente el escenario, en una sentida evocación de Minnelli y los musicales de la Metro. La euforia contagiante de Ronnie Hawkins es captada mediante sucesivos travellings que nos permiten gozar de sus gritos y gestos así como de la guitarra afilada de Robertson. El feliz encuentro de Neil Young con The Band queda retratada en unos hermosos planos de conjunto que se desplazan del vocalista a la dupla Robertson-Danko, para concluir en el encuadre de los tres juntos en los coros de Helpless. Bastan dos largos planos para admirar la sabiduría de Muddy Waters en Manish Boy. La improvisación de Robertson, la serenidad de Clapton, son detalles que las cámaras nos llaman a no perderlos. Nunca Bob Dylan fue transportado a imágenes con tanta unción como ahora.

Y hay dos momentos inapreciables en el filme, donde la fusión de imágenes y sonidos alcanza una rara perfección. Corresponden a las canciones "The Weight" e "It Makes No Difference". En la primera estamos ante una suerte de ceremonial religioso de voces múltiples y armoniosas e imágenes tersas y envolventes. En la segunda, el imperceptible movimiento de cámara y la entrada del saxofonista para remarcar el final de la melodía, hacen que sobren las palabras cuando se habla de la precisa sincronización de todos los elementos de la puesta en escena. El Último Rock puede ser considerado como el concierto musical mejor filmado que se haya visto ahora. Puede entenderse también como una revisión histórica de la música rock, un testimonio de la época y una incursión por los predios de la soledad, la nostalgia y el tiempo que pasó.

TRAILER:

domingo, 22 de julio de 2007

ASESINAR PARA CONSEGUIR TRABAJO


Le Couperet
Dirección: Costa-Gavras.
Países: Francia , Bélgica y España.
Año: 2005
Otros títulos: “Arcadia”, “La Corporación”

El desempleo en cualquier país es el pan de cada día. Perder un puesto de trabajo puede llevarnos tarde o temprano a la depresión, la desesperación, pasando por el ostracismo, o en el peor de los casos al suicidio social o real. En el drama Le Couperet,
Costa Gavras (“Estado de sitio”, “Desaparecidos”) denuncia sutílmente todo aquello responsabilizando a las empresas que reducen su personal para abaratar costos. Pero tiene otro objetivo: esta problemática le sirve de pretexto para narrar una historia poco común sobre un “asesino en serie”.

Bruno Davert (José García) es un ingeniero especializado en la industria papelera. Van más de tres años desde que fuera despedido porque su compañía decidió trasladar sus operaciones a otro país. Está desesperado porque no consigue trabajo a pesar de tener un inmejorable currículo y de haberse entrevistado varias veces con posibles empleadores. Obsesionado con tener un alto cargo en la empresa Arcadia, decide eliminar (asesinar) a cada uno de sus oponentes aspirantes al puesto. Una mezcla de razonamiento calculado e instinto de supervivencia, impulsado por la presión de haber perdido su acostumbrado modus vivendi. Estamos ante una película de buen argumento, dosificada adecuadamente con ingredientes trágicos y humorísticos.

La cámara, gracias a sus movimientos torpes y titubeantes, simula muy bien el accionar amateur de este asesino circunstancial, haciendo que el espectador además de testigo sea su cómplice, provoca un deseo de que todo le “salga bien”. Algunas situaciones son demasiadas inocentes, impensables o difíciles de creer (asesinar frecuentemente, a plena luz del día y dentro del mismo auto, sin ser descubierto es “de Ripley”), pero cumplen a cabalidad su función como catalizadoras de la fluidez narrativa. Hay muchas actuaciones dignas de destacar, en especial, los soberbios vaivenes dramáticos de García y la versatilidad de la guapísima Karin Virad, su performance como esposa relegada equilibra muy bien el drama familiar con los crímenes. Sin duda un film para recomendar y no olvidar.

Henry Flores

Trailer:



nota: Le Couperet será exhibida en el 11 Encuentro Latinoamericano de Cine que organiza la PUCP.

lunes, 25 de junio de 2007

KILL BILL

Uma Thurman es Black Mamba o La Novia. Es la mujer sin nombre, un personaje animado por el deseo implacable de venganza. Su boda no sólo fue brusca y sádicamente interrumpida y su novio e invitados vilmente masacrados, sino que ella misma fue puesta al borde de la muerte, con tiro de gracia incluido, por el hombre que alguna vez fue su jefe y amante. Para ella, como para muchos, el retiro, la vida rutinaria en las aparentemente apacibles ciudades de la frontera, del norte del río Grande o del exótico lejano Oriente, no es posible. No hay pasados que se puedan ocultar ni deudas de sangre que no se tengan que pagar. Así lo entenderán Hattori Hanzo (Sonny Chiba), el virtuoso hacedor de espadas, y también los asesinos Vernita Green (Vivica A. Fox) – un cuchillo en el pecho será el último acto de su efímera vida en familia feliz - y Budd (Michael Madsen), convertido en un borrachín refundido en un rincón oscuro del paisaje americano. Y así lo entenderá también, Bill (David Carradine), el criminal enamorado, ritualista obseso y diestro asesino, que espera ahora su turno al final del camino. Para entonces, las malvadas O-Ren Ishii (Lucy Liu) y Elle Driver (Daryl Hannah), verdaderas máquinas de matar, han mordido el polvo de la derrota en medio de torrentes de sangre de propios y extraños ante una Novia que, sintiéndose privada de sus posibilidades maternales, decide apelar a ese poderoso instinto salvaje y venenoso que esconde tras su delicada figura y que la convierte en la temible guerrera de pelo dorado y ojos azules.

Sinfonía de violencia en dos movimientos –vibrante, épico y enérgico el primero; reposado, contemplativo y de un acusado lirismo el segundo- Kill Bill no concede respiro alguno al espectador y lo acorrala, reclamando de él su repudio o su adhesión total. Tarantino, más scorsesiano que nunca, llena de rojo la pantalla y, apasionadamente enamorado de su actriz, potencia a niveles extremos el periplo mortífero de su personaje. Tarantino hace acopio de una gran variedad de recursos (split screen, anime, primerísimos planos, flash backs, virados a blanco y negro, etc.) para apuntalar con brío y sabio equilibrio este primer movimiento, esencialmente visual y concebido como un delirante homenaje a los films de artes marciales, de yakuzas y samurais. Matar o morir es la regla del juego. Y tras las vertiginosas coreografías de sangre y muerte, viene luego la reflexión y la espera, como en los viejos westerns de Sergio Leone. Movimiento de la ironía y el sarcasmo, del cotejo de caracteres y de la redención final, su epígrafe bien podría ser ‘Matar para poder amar’.

Rogelio Llanos Q.

miércoles, 20 de junio de 2007

1, 2, 3 ....¡qué comience la función!

Mi querido amigo Rogelio Llanos, gentilmente me ha cedido este artículo (ya publicado en un medio impreso) para inaugurar este blog dedicado al cine.
La Pandilla Salvaje

LA HORA DE LA REDENCIÓN


"It´s not dark yet, but it’s getting there" (Bob Dylan)

Por: Rogelio Llanos

Éramos muy jóvenes cuando vimos La Pandilla Salvaje (1969). Adolescentes, casi unos niños. Un “western” sobrecogedor que nos hizo preguntarnos una y otra vez el por qué de esa violencia desmesurada y el por qué de esos personajes que siendo bandoleros, sus imágenes - adquiriendo dimensiones heroicas- quedaban fijadas firmemente en nuestra memoria.

Años después la reencontramos y la emoción persistía, pero esta vez los planos certeros de Ben Johnson, Warren Oates, William Holden y Ernst Borgnine, caminando por las calles polvorientas y atiborradas de soldados de un olvidado pueblo mexicano de la frontera, nos descubrieron el universo crepuscular de estos pistoleros en retirada, fieles a la amistad y a su propia moral.

Holden, Johnson y Oates salen del burdel. Una mirada, un gesto, una sonrisa y ya está con ellos, Borgnine, de pie, decidido, también, a morir. Armas en la mano, caminan con paso firme y la mirada en alto en busca del amigo (Ángel) que Mapache –el jefe de la soldadesca-tiene prisionero. En la banda sonora, una ranchera y un redoble. El ambiente se llena de tensión.

La cámara sube y pasa rápidamente por el rostro de Oates, entrando luego en cuadro el rostro de Holden y luego el de Borgnine. Estatura de héroes en la épica peckinpahiana. Ahora los cuatro giran y se detienen. En el contraplano, Mapache muestra su disgusto por la llegada de los cuatro. Pike-Holden no está dispuesto a transar, quiere que Mapache le entregue a su amigo. Dignidad y amistad no se negocian.

Hay un cuchillo amenazador en las manos de Mapache que, sin embargo, parece ceder a la exigencia de la Pandilla. Un ligero endurecimiento en el rostro de Borgnine anticipa el descenlace trágico: Ángel degollado cobardemente por Mapache. No hay, entonces, vacilación de parte de Pike-Holden, que desenfunda su revólver rápidamente y hiere de muerte al asesino. Borgnine dispara su rifle. Efusiones de sangre del cuerpo del villano que se estremece acribillado por las balas. Descarga catártica. Venganza estremecedora.

Y luego, un silencio mortal y el olor a pólvora en el ambiente. Rostros endurecidos, cuerpos al descubierto, armas en la mano y el gesto decidido en cada miembro de la Pandilla. Desconcierto entre la soldadesca descabezada. Pero, para la Pandilla ya es muy tarde para seguir huyendo. Los tiempos están cambiando, pero ellos no. Es el final de la ruta, de la cabalgatas con la ley pisando sus talones, de la soledad, de las traiciones. Es aquí y ahora donde han de decidir su destino trágico, violento y de cara al sol. Finalmente, ha llegado la hora de la redención.

domingo, 6 de mayo de 2007

MUY PRONTO

¡Hola a todos!
Estamos cordinando con algunos amigos amantes del cine para que nos envíen artículos y demás notas que serán publicados en este blog.
Por mi parte también estoy elaborando reseñas sobre filmes y/o directores que estén relacionados con el rock.
Si estás interesado en participar con nosotros escríbeme a : henryabraham@yahoo.com
Estamos en contacto.
HENRY FLORES