viernes, 9 de abril de 2010

EL VERDADERO NACIMIENTO DE UNA NACIÓN

INVICTUS (2009, Director: Clint Eastwood)

William Ernest Henley, poeta inglés que vivió en la época victoriana, escribió un poema que hablaba de un alma poderosa y fuerte, capaz de arrostrar los duros embates del destino y los dolores inmensos que estos golpes generan, porque “soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”. El Nelson Mandela que nos presenta Clint Eastwood es un hombre para quien el poema Invictus de Henley se ha convertido en el motor y soporte de su conducta, de su manera de ser, de su itinerario vital. “Hay un poema”, le dice a Francois Pienaar (Matt Damon), capitán de los Springboks, equipo de Rugby sudafricano, “que me ayudó en los momentos difíciles”. Y Pienaar, pregunta más que repite, “¿un poema…?” y se sorprende. Pero Pienaar no puede dejar de pensar y reflexionar sobre el poema y el hombre que lo ha transcrito para él. Pienaar no puede dejar de pensar cómo un poema pudo sostener la vida de un hombre sometido a trabajos forzados y a vivir en una celda donde apenas cabe un hombre con los brazos extendidos en cruz. Pienaar está conmocionado mientras mira el horizonte y su mente evoca la imagen de aquel hombre que sufrió la privación de su libertad por veintisiete largos años. Y ahora ese hombre, venido del mismo infierno, es presidente del mismo país que lo reprimió y golpeó, y en su corazón - gastado por los años y puesto a prueba por los conflictos políticos y desilusiones personales - sólo hay cabida para la comprensión, la tolerancia y el amor.

Y, entonces, Pienaar, que ha sido tantas veces humillado en el campo de juego, que sabe del amargo sabor de la derrota, tiene ahora en su corazón y en su mente un motivo por el que luchar. Y, bien lo sabe, sus oponentes no están sólo en los equipos contrarios; su enemigo principal está dentro del equipo donde tiene que batallar para cambiar en sus compañeros la manera de entender las cosas, donde tiene que luchar a brazo partido para que el equipo no sólo se entrene para las duras jornadas que debe enfrentar. Pienaar debe hacer que su gente fortalezca su espíritu, debe pugnar porque su equipo se abra hacia los demás, para romper esas barreras que impiden que sea aceptado por esa gran mayoría de gente de color a la que no sólo le es ajeno el verde y el oro de sus camisetas de juego, sino que, además ven en esos colores los signos más evidentes de la opresión, la violencia y la marginación que constituye su cotidianeidad. De pronto, en el alma de Pienaar empiezan a germinar las semillas de la sabiduría de aquel hombre que le regaló el poema y que llegó a entender que para gobernar un país es necesario unir a todas las razas, todas las ideas, todas las sangres. Pienaar, su equipo, los hinchas multicolores, el país todo, entonces, tuvo su mística, tuvo su victoria.

Así de emocionante es el film número treinta del viejo Clint. Próximo a cumplir sus ochenta años, Clint nos da una muestra más de su sabiduría. ¿Qué lo motivaría a hacer un film como Invictus? Quizás, la emoción producida por la enorme fuerza de voluntad del personaje. Quizás, la posibilidad de contar una historia de transmisión de valores como en aquellos filmes del viejo Oeste del inolvidable Howard Hawks, en los que el joven aprendía de la conducta y accionar de sus mayores. Tal vez el deseo de poner en imágenes la reivindicación de unos personajes castigados por la injusticia y la marginación, tema, además, muy presente a lo largo de una ya extensa y hermosa filmografía.

Porque, si bien Eastwood, pertenece al ala conservadora de su país, sus películas no son nada complacientes con la sociedad y el mundo en que vive. Por el contrario, sus filmes ponen el dedo en la llaga y arrojan muchas luces allí donde anidan las sombras de un universo que le rinde culto a la violencia, la hipocresía y la exclusión. En esa dirección, es larga ya la lista de títulos que abordan este universo de manera descarnada y directa, sin por ello, dejar de emocionar: Los Imperdonables, Un Mundo Perfecto, Río Místico, Gran Torino. Pero no dejemos de lado que para Clint, forjado en las canteras del individualismo a ultranza, admirador de aquellos personajes solitarios, libres y poseedores de una moral propia e invencible, una figura de tanto relieve como Mandela, que nunca cejó en su lucha por la libertad e igualdad de las personas, no le era nada extraña.

Sin embargo, ese matiz de desesperanza que tiñe algunas de sus películas, y la violencia extrema en la cual ha estado inmerso el país sudafricano, no está presente en Invictus. Porque si bien el punto de tangencia que tiene con los filmes mencionados, es su solidaridad con los personajes individuales que sufren la marginación y el abuso del poder, el tono impreso a la historia y a su desarrollo es el de un optimismo de buena estirpe. Es el optimismo que algunos directores clásicos supieron imponer en la pantalla, y pienso especialmente en Frank Capra (Mr. Smith goes to Washington, ¡Qué bello es vivir!, etc.). Pero, ¿por qué no pensar también en aquellos filmes de aventuras con finales felices de Michael Curtiz, donde la acción trepidante combinaba con no poca sabiduría la ingenuidad con la emoción, la que crecía conforme nos acercábamos a un final desencadenante y catártico? ¿Acaso no terminábamos de ver la película con la sonrisa en los labios?

Pues, precisamente, ver Invictus, dejarse llevar por su acción que Clint conduce a paso de carga, es volver a vivir las matinées de nuestra adolescencia donde sabíamos y sospechábamos que el triunfo estaba del lado de los buenos, y en la que nos olvidábamos por un momento de ese final previsto para disfrutar a plenitud cada detalle de la historia, cada meandro de ese río a veces sereno, a veces turbulento de una narración llena de brío y tensión, haciendo caso omiso también de los esquematismos y las figuras impolutas que se nos presentaban como personajes reales. El final, con su gran descarga emotiva y corazón rebosante de alegría, estaba garantizado. Y ahora, cuando Invictus concluye –al igual que en las películas del pasado- es inevitable que nos acompañe el mismo entusiasmo y emoción de antaño.

Morgan Freeman es un Mandela sin fisuras morales, un hombre de gran corazón y con el ánimo al tope; es el líder conductor de un pueblo que anhela salir de la miseria y la exclusión. Matt Damon personifica de manera impecable al que fue el líder de un equipo que luego de ser símbolo de la opresión pasó a ser el símbolo de la unidad racial. Con ellos, un correcto conjunto de actores secundarios que han logrado construir un film, que no aspira a ser grande a través de exhibicionismos impúdicos o renovaciones formales. Lo que sí encontramos en Invictus es lo que en cierta oportunidad Desiderio Blanco expresó respecto a los filmes de Howard Hawks, es decir, la permanente renovación del espíritu y el retorno, quizás, a un universo heroico en el que la violencia –aquí expresada con sutileza, a través de ese juego de rufianes practicado por caballeros como es el rugby- halla su justificación en los ideales de los personajes y en su condiciones de vida.

Si Invictus llega a interesarnos es por la serenidad de sus encuadres, por la tensión que genera en el espectador el montaje nervioso y eficaz y por el ritmo sostenido y ascendente que transmiten la profunda humanidad y el enorme talento de un director que en cada una de sus películas comparte con nosotros su entrañable sabiduría otoñal.
ROGELIO LLANOS

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hi to all, it's really a fastidious for me to visit this web site, it includes helpful Information.

my homepage ... Daniel Chavez Moran

Anónimo dijo...

With haνin so much content dο yоu ever run into any issueѕ
of plagοгism or copyгight infrіngemеnt?
Μу blοg has a lot of exclusiѵe content Ӏ've either authored myself or outsourced but it appears a lot of it is popping it up all over the web without my agreement. Do you know any methods to help protect against content from being stolen? I'd
сertainly apρrесiate іt.


Here iѕ my web blоg - link building service

Anónimo dijo...

It's fantastic that you are getting ideas from this post as well as from our dialogue made at this place.

Look at my homepage: link building

Anónimo dijo...

Cuгrentlу іt sееms like Drupal is
the bеst blogging plаtfогm avаilable гight now.
(fгom what I've read) Is that what you are using on your blog?

My site: reputation management